El Juicio de París: Una cata que cambió la historia

El 24 de mayo de 1976, en el Hotel Inter-Continental de la capital francesa, tuvo lugar uno de los episodios fundamentales para el surgimiento de una nueva era dentro del mundo del vino.

 

El histórico evento, conocido como el Juicio de París – en alusión a los sucesos de la mitología griega que desencadenaron la Guerra de Troya – fue organizado por el británico Steven Spurrier, uno de los grandes comunicadores del ámbito vinícola, quien por aquel entonces ganaba experiencia como comerciante especializado en la rue Royale, donde se hallaba instalada su célebre Les Caves de la Madeleine.

En aquellos años, el predominio de los vinos franceses alrededor del mundo era claramente indiscutido. En Italia, España y Portugal se elaboraban muy buenos exponentes, pero no comparables con los de sus vecinos. Y en el Nuevo Mundo aún no habían estallado los diferentes booms desde las mecas de América, África y Oceanía. Naturalmente, en Francia no había ningún tipo de interés en que eso ocurriera.

Sin embargo, Spurrier estaba lo suficientemente seguro de que la hegemonía de los vinos franceses acariciaba sus últimos años de extrema soledad. Para demostrarlo, organizó – junto a su compatriota Patricia Gallagher, de la Académie du Vin – una cata a ciegas de vinos californianos, convencido de que el asombro experimentado durante su estadía en los Estados Unidos sería posiblemente compartido por sus colegas franceses.

Ante la mirada testigo de George M. Taber, periodista de la revista Time, se hicieron presentes 9 especialistas locales: Aubert de Villaine (Domaine de la Romanée-Conti), Pierre Bréjoux (Appellation d’origine contrôlée), Odette Kahn (Reviu du vin de France), Jean-Claude Vrinat (Taillevent), Claude Dubois-Millot (Gault Millau), Michel Dovaz (Institut du vin), Pierre Tari (Château Giscours), Raymond Oliver (Le Grand Véfour) y Christian Vannequé (Tour d’Argent). Sólo los jurados franceses participarían en las votaciones.

Probablemente para evitar prejuicios demasiado anticipados, justo antes de iniciarse la cata, Spurrier develó que entre los diez vinos tintos y los diez vinos blancos se habían mezclado algunas etiquetas de Borgoña y Burdeos, dándole inicio formal a una verdadera competencia, que poco después se extendería a nivel intercontinental.

En su crónica de lo sucedido, Taber relató que los especialistas franceses mostraron un dejo de sorpresa, pero de inmediato intentaron disimularlo, restándole trascendencia a lo que a priori consideraron una comparación débilmente fundamentada. Algunos, incluso fueron más allá y se arriesgaron a realizar exclamaciones grandilocuentes, como la famosa frase “este vino es la magnificencia de Francia”, ignorando que en realidad tales elogios iban dirigidos a un notable Cabernet Sauvignon del Valle de Napa.

La sorpresa fue absoluta cuando se dieron a conocer los puntajes.

En ambas categorías, las preferencias de los especialistas se habían inclinado hacia los ejemplares estadounidenses.

Entre los Chardonnay, se impuso contundentemente el Chateau Montelena 1973, secundado por el local Meursault-Charmes del mismo año.

Entre los tintos, la proeza le correspondió al Stag’s Leap Wine Cellars 1973, superando levemente al siempre excelente Château Mouton-Rothschild 1970.

La primera reacción del jurado, dentro de un plano de clara confusión, fue la sospecha de algún tipo de manipulación por parte de Spurrier, quien durante algún tiempo debió soportar el rechazo de casi toda la industria vitivinícola francesa.

Pero en realidad, Spurrier no había hecho nada reprochable, sino simplemente anticipar lo que progresivamente se venía gestando: un cambio en el mercado global, una especie de sinceramiento acerca de un nuevo escenario productivo y un resurgimiento de la actividad, que luego se tradujo en innovaciones adoptadas incluso por muchos productores del Viejo Continente.

De más está decir que los resultados de esta disputa fueron prácticamente ignorados por la prensa parisina. Sin embargo, del otro lado del Atlántico, la hazaña se hizo pública muy rápidamente, gracias al artículo de 8 páginas que Time publicó con la firma de Taber.

Naturalmente, fueron muchísimos los factores globales que colaboraron para que el mundo del vino se abriera paso hacia un boom de diferentes regiones.

Pero en ese camino difícil e irregular, el Juicio de París jugó un papel simbólico importante, transformándose de alguna manera en un espaldarazo invaluable para una industria que en los Estados Unidos debió comenzar prácticamente desde cero, después del desastre que significó para la producción la implementación de la ley seca, en 1920.

Juicio de París: Puntajes Finales (Chardonnay)

1. Chateau Montelena 1973 (EE. UU. – 132 pts.)
2. Meursault-Charmes 1973 (Francia – 126,5 pts.)
3. Chalone Vineyard 1974 (EE. UU. – 121 pts.)
4. Spring Mountain 1973 (EE. UU. – 104 pts.)
5. Beaune Clos des Mouches 1973 (EE. UU. – 101 pts.)
6. Freemark Abbey 1972 (EE. UU. – 100 pts.)
7. Bâtard-Montrachet 1973 (Francia – 94 pts.)
8. Puligny-Montrachet 1972 (Francia – 89 pts.)
9. Veedercrest 1972 (EE. UU. – 88 pts.)
10. David Bruce 1973 (EE. UU. – 42 pts.)

Juicio de París: Puntajes Finales (Cabernet Sauvignon)

1. Stag’s Leap Wine Cellars 1973 (EE. UU. – 127,5 pts.)
2. Château Mouton-Rothschild 1970 (Francia – 126 pts.)
3. Château Haut-Brion 1970 (Francia – 125,5 pts.)
4. Château Montrose 1970 (Francia – 122 pts.)
5. Ridge Monte Bello 1971 (EE. UU. – 103,5 pts.)
6. Château Léoville-Las-Cases 1971 (Francia – 91 pts.)
7. Mayacamas 1971 (EE. UU. – 89,5 pts.)
8. Clos Du Val 1972 (EE. UU. – 87,5 pts.)
9. Heitz Martha’s Vineyard 1970 (EE. UU. – 84,5 pts.)
10. Freemark Abbey 1969 (EE. UU. – 78 pts.)

MAXIMILIANO BERTOLINI
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